Ellos, seres viajantes de la vida, inexperimentados en la nutrición mutua de la especie. Especie en extinción. El ser humano tan racional se olvida de beber sangre del alma y sólo absorbe polvo de palabras frías, inexactas o exactas para la ciencia que se las lleva el viento y nada queda dentro del espíritu. Ella, inexperimentada y tan distinta a él. Insegura y estructurada, un mundo distinto al suyo. La aventura los unió para que aprendan y se alimenten como seres salvajes del pedazo de carne que a uno le faltaba del otro.
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