martes, 19 de febrero de 2008

Una carta mas a tu colección de diarios viejos tirados a un costado de tu cama, estrujados de furia al no entender tu corazon inundando con lagrimas de tristeza por esta incomunicación.
Nuevamente mi mente exige alguna logica que pueda calmar tanta tristeza, algunos colores se vuelven oscuros y algunas dias tan amargos que no puedo sonreirle al sol.
Otros dia recobro fuerzas y miro las estrellas, rio, y miro al sol, su luz me encandila y siento cierta satisfacción al respecto. Le canto a mis amigos y olvido tu nombre, esos dias tienen cierta intensidad, una luz distinta, no similar a la pasada, pero le voy encontrando cierto gusto a la vida.
Por las noches talvez alguna lagrima se derrame, talvez sienta un vacio existencial que haga recordar memoriales preciosos y alegres que me desorbitan del mundo real. Contigo me di cuenta que la vida puede ser un paraíso hermoso, a tu lado si estas y sin ti con todos los angeles que me rodean. Contigo aprendí que ante la derrota hay que saber levantarse, y cabalgar a un galope superior a nuestra fuerza, derramar lagrimas de dolor, de ausencia para luego seguir adelante. Contigo aprendi que la vida tiene mas que mil sentidos para vivirla y que uno de ellos es saber que algun dia termina.
Me enseñaste a descartar el rencor, a asumir una derrota con dignidad, me enseñaste que cuando uno ama ante ese amor su persona cambia, ante ese amor uno se transforma en alguien irreconocible hasta para si mismo, alejando el peor defecto de uno ante esa persona. Me enseñaste a amar y aun mas fuerte aun a entender tu aislamiento, la no correspondencia, el no ser destinado a esa persona aunque uno asi lo cree.
Hoy miro al cielo y siento cierta fuerza que me inspira a continuar respirando, siento cierta alegria no tan feliz pero alegria al fin que me levanta de tanto vencimiento. Hoy puedo reir y reir por horas, hoy puede cantar y puedo caminar.

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